10 octubre 2006

¿Y Linda?


¿Y Linda? ¿Dónde estará? La pregunta late en el bolero. En presente. Como acaso un emblema de la búsqueda de la utopía perdida. Como un parche en sepia que manifiesta una razón válida de los rollos sentimentales en los que nos enfrascamos los latinoamericanos. En presente. La generación de los setenta, sí, esa misma que se atragantó todas las energías y sueños del mundo y nos legó este hueso masticado que es el siglo XXI, pensaban en el bolero como la metáfora de la utopía latinoamericana. Y aunque en estos días donde vivir parece un arte eso nos suena a una buena puñeta, digamos que, como maliciosamente hemos aprehendido a hacer, mejor virar el LP y rearticular el discursito setentero y maronearlo como nos parezca. En presente.

¿Y Linda? Desde que se fue en la época de las guácaras no la vemos. Como tampoco ideologías, utopías, y demás ías. Después de tantas esperanzas el ser humano se queda estupefacto mirando su propia mierda. Para colmo, como si no bastara con la ausencia, la comunicación, ni por radio, ni por messenger, ni por email, ni por carta, ni por señales de humo se da. No hay huella presente. Ya no podemos ni recurrir al clásico poster de las huellas que Cristo dejaba porque nos cargaba como bolsa de papas. Sabrá Dios cuántos pájaros nos estaremos metiendo en vena y azufre por buscar lo que nadie se encargó de dejarnos en el placard. Incluso, "Y sabrá Dios", esa nostalgia que expulsa Daniel, es una búsqueda quizá de nosotros mismos hace cuchucientos años atrás tratando de encontrar eso que nos fue. Es muy probable que la modernidad le hubiera inyectado al macho latinoamericano una noción de regresar a la utopía del vientre materno, pero a sabiendas que esos mismos recovecos insertan otras manifestaciones del amor más carnales que el regreso a la primera cámara de la vida. Cuando Pedro Flores (que recordamos como Don Pedro, el viejito simpático y canoso y no como el bohemio perseguido por la calles de Santo Domingo a puro navajada) escribió esta canción describía como pidió ver a la linda dominicana en su casa y su tía solterona la sacó inmediatamente a lugar desconocido ante la inminente llegada del dandy puertorriqueño. Sexo y utopía corren en estas letras sin tiempo para recordarnos algo que el presente se ha encargado que no olvidemos: lo imposible está fuera de moda.

¿Y Linda? Sólo esperemos que, por fin, se deje de gazmoñerías, y el cartero nos deje algo para nosotros, incluso los domingos muertos. Aunque sólo sea alguna estrujada postal desde el infierno.



Powered by Castpost

1 comentario:

KuruPicho dijo...

el entrelazado entre percusión gorrona, coro y voz de don Pedro...
repega!
Danke por la dedicatoria...sorry
creo que el pakete asunceno
fue despachado
sin dedicatoria, marcadortes y otras souvenirs que habíamos preparadod e antemano. Pero serás retribuida magnánimamente, ni bien me avises que el envio guaraní tocó tierras boricuas hago otro despacho para estar a la altura de vuestra generosidad.