16 noviembre 2007

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En otro lugar, con ropa más holgada y pensando en montañas nevadas, y alamedas, y el olor a gas lacrimógeno en el aire rancio de una ciudad sin cielo. Quizá por ello las agujas del reloj andan con golpes de ansiedad. Y se inyectan de ron y canciones para enajenarse del tiempo, que no para. Mañana será otro día para fumar. Mañana será otro día para irse por las ramas.

19 junio 2007

Calle de la Amargura

Amiga mía, ¿tú preguntas
quién ordena que arda el
habla del inválido? - Boris Pasternak


22 abril 2007

20 de abril del 90

yo no tengo parentesco con el planeta: cada instante no es más que un sufragio en la urna de mi desesperación. - Cioran

09 abril 2007

Caribeando sigue andando

http://www.caribeando.blogspot.com
Para cuando quieras dar la vuelta y un golpe de sal y arena te salpique en los párpados.

08 abril 2007

Conejo de Pascuas

En el día del conejo de pascuas recordemos en esta semana se commemora el hecho que el cristianismo se comío a un judío. La tradición cristiana, antropomorfa, nos educa para recibir la gracia por medio del cuerpo de Cristo en la comunión por medio del pan sagrado. ¿y si nos comemos un conejito de marshmallow?
Feliz Pascua de Resurrección. Unos ojos divinos seguro mirarán atentamente nuestra estupidez.

02 abril 2007

Lo que el río se llevó

Mi madre a los diecialgo años, con rolos, trópico y batita de gestación. A los 60 años recién cumplidos aún conserva la misma sonrisa. Eso el río no se lo llevó.

23 marzo 2007

El cigarrito

En contra de la ley que no permite fumar en lugares públicos recuerdo aquí al amigo ausente Victor Jara, uno de los más grandes compositores de América Latina. El cigarrito como aquello que une, que despeja y que nos ofrece la oportunidad de morirnos como nos dé la puta gana. De todas las infinitas cosas que no podemos hacer, de todas las más profundas estupideces que tenemos que soportar y de las más patéticas maniobras políticas puertorriqueñas, ésta es sin duda, el detonante de un estallido. Aquí todos fuman.

http://www.youtube.com/watch?v=hesTpJ4oGvk

20 marzo 2007

Free Beer Here

En el fondo del cañito hay un suicida.
(El negrito de J.L.González, of course)
(autoretrato: Sonia Marcus Gaia)

19 febrero 2007

Tarjeta Postal para la Muerte



Como si supiera que en el camino de la vida iba a ser una tarjeta volátil y efímera, tierna y superficial. Adempero a los elementos, el rostro de las huellas vividas aún calma los mares siniestros. Sólo la cercanía de la orilla sucumbe a los infiernos. A la hora del té descanso. Mañana será otro día para viajar. Quizá para descansar, pero no llevo a engaños. Sólo habrá una muerte rosa tres pisos bajo el soterrado. En la esquina, de seguro, encontrará la rueca, el hilo y la tijera de una Penélope sin dedos. Una tarjeta postal que diga: Casi ya por el fracaso voy a reventar.

14 febrero 2007

Freak´s Love

¡Happy Freak Show!

07 febrero 2007

CaribeAndo

¡Pronto en su website más cercano!

04 febrero 2007

Lenguaje de dioses

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Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades. En mi, la personalidad es una especie de forunculosis animica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad. Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C. ¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera! Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan. ¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo - me pregunto - todas estas personalidades inconfesabIes, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora? El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues mís profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto... Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas. Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda. (Oliverio Girondo, Espantapájaros)

30 enero 2007

Conversaciones de secretarias

Voces chillonas, susurrantes a veces, una territorialidad del espacio que se consume como la casa. En él gritan, chillan, hablan de cubículo a cubículo, como en el barrio y sus tendederos. Buscan la mirada cómplice para el chisme con su compañera. No es bien el silencio. Este es sinónimo de seriedad y allí campea el grito, en su terreno, altisonante y chismoso. Es la articulación del hogar. Es un traslado de la mujer trabajadora, harta del legado denso y masoquista de las feministas. En términos de sociedad, género y las susodichas responsabilidades que el trabajo ha generado, decide traer la cursilería y la cotidianeidad de la casa a su puesto. Ya no es la mujer que sale a la calle porque es necesario, porque es un derecho de ambición, sino por imperativo. Al asumir el papel del hombre como poder se desestabiliza la noción de crecimiento y ascenso para nuestra secretaria. Así trae flores de plástico, prende velas, organiza su espacio con los colores rosa añejo como su baño con delfines y videt, conversa con sus compañeras lavadoras y machacan que machacan los chismes laborales mientras restriegan los papeles sobre su escritorio. El silencio, como antes dije, les aterra; ese silencio de la casa que las subordina y anquilosa, de allí sus bromas, y sus parloteos, el minúsculo céntimo de labor y desarrollo. La repetición, en ello, es fundamental como muestra de una conversación forzada que radica a su vez en una forzada relación de estas amas de casa/secretarias con los vínculos familiares/laborales. Aunque es sabido que hasta los vínculos sanguíneos pueden cortarse. Aquí sin dramatismos ni gentilezas, drásticamente.
¿En qué se basa dicha familiaridad? La secretaria que vanagloria, como todo buen trabajador que se precie de tal, la llegada del viernes. La secretaria que hace alusión constantemente a la cocina y la comida, esta eterna sensación de hambre y recetas. La secretaria con su conversación superficial y farandulera sustituta de los chismes del bario. La secretaria con su lectura del periódico y la lectura a su vez de la sección de noticias sensacionalistas, aquellas que la alejen del contorno actual e inmediato. La secretaria de pésimo lenguaje que lee en voz alto y comenta y vuelve a rematar la noticia para creerla ¡y creerla de verdad! La secretaria que se defiende del tedio comentando una vez más el más desfachatado misterio del diario vivir, múltiples veces comentado y otras veces reído. La secretaria que no teclea en una maquinilla, sino que, sueña divertida y enajenada, que vuelve a la casa y manda al chiquillo a decir a la Petra que venga rápido porque le tiene un chisme de ¡este tamaño! mientras alarga su brazo para contestar el teléfono y con desdén monumental contestar: ¿Alou? Sí, le paso con el jefe, en una intermitente espera para el próximo cuento.

22 enero 2007

Sobrepeso


Pienso que habita un hueco tan gigante casi de la misma densidad de la capa de ozono en mi complexión. subsiste allí desde la era mesozoica, fosilizado de los sinsabores del género humano. las dimensiones son inconmensurables (o inmediables) porque cada día se expanden a 100 kilómetros por hora. si sigo así tendré que usar tallas triple extra grande por el resto de mi vida, o peor aún, competir con la gorda más rolliza del circo más famoso del mundo. competirán nuestros propios pesos vivenciales, pero ya que el aire no tiene peso, perderé la suerte junto a la lotería, lo mismo que todos los viernes. y como se puede estar peor cuando todo empeora, me supongo que me sentiré conectada con el pejesapo que chochea alegremente en el estanque del jardín, quizás volaré entre las olas con un deforme y bello pez globo todo lleno de espinillas juveniles o, para colmo, a lo mejor serpentee sin control en las suaves profundidades del caribe convertida en un chapín de lo más gracioso. da igual. perpetuamente me ha gustado el mar. es el único lugar donde caben mis mortales suicidios. no quepa la menor duda, desde los acantilados más feroces donde se han estrellado gaviotas freudianas hasta las más calmosas playas, destinatarias de turistas y náufragos insaciables, hay espacio, no lo dude usted, para todos (dimensionalmente hablando).

De "Demonios en la linterna" Sonia Marcus Gaia (1999)

19 enero 2007

Cíclope poético

(dibujo: Demián Aiello, "Cíclope")

Si ha encontrado a un escritor así, por favor no desenfoque ni deslice el pulgar. La transmisión no es culpa de su televisor ni del pésimo cable que paga para ver las películas de Cantinflas. Usualmente este especimen tiende a esta condición: Yo primero, Yo segundo, Yo tercero e Inflable. Escribe cartas proscritas, maneja códigos de viajes y aviones y títulos académicos de una índole de ínsula irsuta. No hay remedio con ellos. Se inflan como pejesapo y es sorprendente la gran capacidad de nutrición flotante de sus espectros. Cuando los vea como la novicia voladera, y se harte de sus mañas y sus cuervos, y contraiga sus ojos frente a sus más devoradores egoismos y termine pensando si es más factible creerle o matarle, no desfallezca. Las leyes naturales son infalibles. Si algo sube... te veré caer.


14 enero 2007

Horóscopo existencial para el día venidero

El caos sólo puede delinearse cuando se es capaz de reírse de él. Tomarlo demasiado en serio significa fornicar con la tristeza y engendrarle cien hijos depresivos. Y ya es bien sabido, ésta es frígida y traicionera. Lo mejor será jugar a la rayuela hasta perderse en sus números y laberintos hasta encontrarse con lo finito.

06 enero 2007

El rey de la pesquisa

Un regalo de cumpleaños para el detective amaestrado. Sí, para ese que sonríe a dentelladas y mordisquea en sus letras el talento de los grandes.

Crónicas marcianas: Fin del cuento de Pinocho: el día en que Chile despidió al inefable

Por Eduardo Asfura Insunza
Especial para La Casa Naranja
desde Santiago de Chile

A las 14:15 del domingo 10 de diciembre de 2006, hora en que la mayoría de los chilenos hace la sobremesa (con singular acierto, un par de ellos escucha un disco de Víctor Jara tras haber almorzado curanto, un delicioso plato típico), el general en retiro y ex dictador Augusto Pinochet Ugarte muere de un infarto al corazón. De inmediato, un grupo de damas pinochetistas asegura que el órgano le falló porque lo tenía muy grande, mientras que algunos detractores reaccionan sorprendidos: ¿un infarto al qué?, se preguntan.

En menos de una hora, el país muestra su división y toma partido. Cerca de tres mil personas se agolpan en las afueras del Hospital Militar de Santiago, gritando consignas de apoyo a la figura del ex general y exigiendo que todos compartan su dolor. Para facilitarlo, hay quienes lanzan golpes y patadas a los periodistas nacionales. Aunque la prensa extranjera aún no llega, los enviados españoles se perfilan también como privilegiados candidatos a compartir el dolor pinochetista.

En Plaza Italia, en tanto, una cifra similar de chilenos muestra la otra cara de la moneda, descorchando botellas de champaña y marchando hacia la ídem. Al llegar a la Plaza de la Constitución, frente al histórico palacio, el grupo es detenido por la policía, que tiene instrucciones de impedir el acceso a la casa de Gobierno en este día. La mayoría de los ciudadanos conserva la calma y continúa demostrando su contento a prudente distancia de la sede del Ejecutivo. Sin embargo, un par de sombras esmirriadas se desprenden del pacífico grupo y comienzan a romper un paradero de buses y lanzar piedras. Se les suma otra veintena de esperpentos y comienza el ballet con la fuerza pública. ¿Quiénes son? ¡Los encapuchados, claro! Los simios quemadores de libros. Los hijos no reconocidos de Pinochet, que rinden un postrero homenaje a las tetas del “tata” y a la mala leche que les hizo mamar su modelo. Se producen escenas de violencia y los medios disfrutan con el espectáculo afrodisíaco. Durante toda la tarde del domingo, el encuadre de las transmisiones televisivas es una metáfora del espíritu nacional: a la izquierda de su pantalla, la catarsis de un pueblo que esperaba algo mejor que la justicia divina, pero que aun así celebra la muerte del tirano; a la derecha, en tanto, la derecha que llora su hipo de sangre.

Pregunta que flota en el aire: ¿tendrá Pinochet un funeral de Estado? ¡No faltaba más! ¡Sí, faltaba más! Ya pues compañera Bachelet, aclárenos la cosa. ¡Silencio, silencio, que va a hablar Lagos Weber! Aparece el ministro vocero de Gobierno, con su porte de mocito letrado y andar irrefutable. Se rasca la barbita y anuncia: “al César lo que es del César, cruz pal’ cielo y cuchillo de palo. Al caballero lo van a despedir los militares, con la presencia de su jefa, la ministra de Defensa Viviane Blanlot”. No more questions. Plano general a las afueras del Hospital Militar. El pinochetismo ruge. Sus filas esperaban honores de presidente: ¡Esta es la venganza del comunismo internacional! ¡Hasta cuándo con sus odiosidades de mal gusto! ¡Humanoides que no respetan ni siquiera la memoria de los muertos! ¿Alguien dijo muertos? Sí, pero no ESOS muertos, niña.

Frente a la turba pinochetista, un grupo de trabajadores de una construcción despliega un lienzo desde las alturas, con la leyenda “Asecino”. La falta (¿de respeto? ¿de ortografía?) indigna a la multitud. Una joven destaca furibunda, corre hasta el primer piso del edificio y las emprende a patadas con la sala de ventas. Tras romper los ventanales y muebles del inmobiliario, Luz Guajardo, ardorosa muchacha en cuestión, declara sentirse “cansada de las faltas de respeto”. Su acompañante en tanto, un jovencito calvo, de botas militares y suspensores caídos, enfrenta a las cámaras de televisión agitando frenéticamente el brazo derecho. Aunque insiste en saludar a un 3° Reich imaginario, la policía ni siquiera lo involucra en los destrozos, rogándole que se vaya para la casa.

Se preparan las exequias. Velatorio público en la Escuela Militar. El diputado Iván Moreira (UDI), viuda subrogante del dictador, hace un llamado a todos los chilenos “bien nacidos” a despedir al general en retiro. Él no habla de “general en retiro”, claro, sino de “presidente”. Tras sus dichos, una considerable cantidad de bien nacidos – entre 30 mil y 60 mil, según la procedencia del cálculo – hace fila durante toda la noche para ver el rostro azulado de Pinochet tras la vitrina postrera. La devoción se huele en el aire ¿No irá a venir un desadaptado a hacer algo indebido? ¡Se te ocurre, mija! ¡Ni que estuvieran locos esos comunistas para arriesgarse a un linchamiento! ¡Es que son tantos los que no entienden la obra del general! Proféticas palabras. Uno de esos incomprensivos se infiltra en el grupo, espera en la hilera hasta las dos de la madrugada y logra llegar al féretro. Se detiene frente al vidrio, carraspea y lanza el escupitajo guardado por años. Es Francisco Cuadrado Prats, nieto del ex comandante en jefe del Ejercito, Carlos Prats, a quien la dictadura asesinó junto a su esposa en Buenos Aires, por su lealtad a Allende. Tras el salivazo al féretro, Francisco es agredido por algunos pinochetistas, pero finalmente es sacado por la guardia militar sin mayores lesiones del recinto.

Martes en la mañana. Los matinales sorprenden con una información increíble: las últimas palabras de Pinochet. Rodeado de su esposa Lucía y de cuatro de sus cinco hijos (Marco Antonio no alcanzó a llegar), el ex general habría dicho “Luci...” antes de expirar. Chile entra en un nuevo debate: ¿Lucía? ¿Lucifer?

Se acerca la hora del funeral y los rostros de la farándula pinochetista empiezan a mostrar los dientes. Augusto Pinochet junior es enfático: “si mi padre no va a recibir honores de ex presidente, que la ministra Blanlot mejor ni se aparezca por la Escuela Militar”. A sus espaldas, un grupo de señoras repite con entusiasmo: “¡que ni se aparezca!, ¡que ni se aparezca!”. En su algarabía, olvidan un detalle: los militares, al igual que los demás integrantes de las Fuerzas Armadas, son funcionarios públicos, que trabajan para el Estado y reciben un sueldo como todos los chilenos. Así que la jefa indiscutible es - mal que les pese a las damas vociferantes - la mentada francesita Blanlot. ¿Y si la exiliamos a la isla de Elba?, insiste una dama despistada.

Once de la mañana. Se inicia el funeral. Escuela Militar de gala, familia Pinochet en pleno (menos uno, se entiende), el patio lleno de militares formados, el sol pegando como nunca y un caballo de la escolta que se acaba de cagar en cámara. Todo listo y dispuesto. Va a empezar la ceremonia y se hace un silencio. Pero inmediatamente se deshace. ¡Es que ahí viene la infeliz esa! ¡Ándate de aquí, comunista! En realidad no es comunista, sino socialista. Y trae dos comandantes en jefes de las Fuerzas Armadas a cada lado. ¡La puta que la parió! ¡Si hasta parece blindada! La ministra se dirige inconmovible a su silla, mientras la prensa pone el acento en una decena de vocingleros que la abuchea. El cura pide silencio y ahora sí que empezamos.

Discurso. Discurso. Discurso. Ya, ahora le toca a la hija. Listo. Que pase la nieta. Dele no más. Ahora el hijo. Ya. ahora anda tú. Se oyen frases de antología: “la valoración histórica de los grandes hombres”,“el cáncer marxista que quería destruir a la patria”, “los jueces bestiales que le persiguieron en la hora postrera de sus días gloriosos”. Ya. Ahora va a hablar el otro nieto, Augusto Pinochet Molina. Listo. Ese que es capitán de ejercito. Póngale wendy molinita: “Marxismo”, “Allende”, “Patria”; “Prócer”, “Héroe”, “Historia de Chile”. ¿Resultado de su intervención? Aplausos de la fanaticada. Ceño fruncido de la ministra Blanlot. Ceño fruncido del Comandante en Jefe Oscar Izurieta. Ceño fruncido del propio Pinochet Molina, pero dos días después, cuando le comunican su expulsión del Ejercito, por las apasionadas e inoportunas opiniones políticos que le dedicó a su abuelito, vistiendo traje militar, en un recinto militar, delante del alto mando y de la prensa de todo el mundo. “Si serás”, diría el chavo del ocho. Pinochet Molina se limita a declarar que “igual ya no me sentía cómodo en el Ejercito” (“ni modo que ni quería”, el chavito otra vez). Las Últimas Noticias, el diario chileno de farándula titula al día siguiente del discurso: “La irrupción de Pinochet III”.

Pero no será el único Pinochet que despreciará el protocolo. Su padre y su tío, es decir, los dos hijos hombres del dictador, se acercan al féretro y depositan la banda presidencial en la cubierta. Ahora sí que el difunto está listo para “asumir la presidencia del infierno”, como diría el escritor mexicano Carlos Fuentes, al enterarse de la muerte de Pinochet. Tras el funeral, la comitiva se dirige al suroeste de Santiago, al pequeño pueblo de Concón, donde los restos del dictador serán convertidos en cenizas, según su expresa voluntad. ¿Se trata de una última previsión del ex general? ¿Es parte del lobby para ser recibido de mejor forma en su nueva morada de llamas? Vaya uno a saber. Al país le queda más bien una sola preocupación, expresada de forma incomparable por Patricio Fernández, director de The Clinic, en el título de la editorial sobre la muerte del dictador: “¿Muerta la perra, se acaba la leva?”(1).

1) Para quienes no conozcan detalles de la historia chilena reciente, la expresión de Fernández es una sarcástica alusión a la frase dicha por el propio Pinochet, durante el ataque a La Moneda, el 11 de septiembre del ‘73. Refiriéndose al presidente Allende y su valerosa resistencia al interior del palacio de Gobierno, Augusto Pinochet sentenció por radio: “matando a la perra, se acaba la leva”.

05 enero 2007

I have a dream

(foto: Sonia Marcus Gaia - Perro sato en litoral de Isla Verde, San Juan)

Si tuviera un sueño cargaría con las sombras que permanecen en aquel tejado al descubierto y descubriría las lágrimas cuaguladas en el sofá abierto. Abriría de par en par las notas cantadas ante un oido muerto y marcaría en cien por treinta y cinco las cinco leguas extendidas por la panorámica central. Insitaría a un recuento absurdo de las anécdotas que se preservan bajo la cama y machacaría con esto de borrar el libro cerrado en la hoguera interna de un patrón asesino y virtuoso como es el cuerpo. Tiraría mis pestañas entre las pestañas verdes y traspasaría a cuchilladas el lienzo que nos ata a la tierra y al olvido. Volvería a pintar en una foto que los días que pasan son siniestros y comenzaría nuevamente a desandar lo andado para enredarme en el ovillo del gato y volverme hilo y hebras, y picor y salitre en remojo. Si tuviera un sueño volvería a dormirme.

01 enero 2007

Coco Rico



En este año nuevo brindamos con Coco Rico, un natural coconut flavored soda, burbujeante ante la debacle de un principio de siglo que no arranca ni entre las palmeras ni por su rico sabor a balas e impuestos. Puerto Rico como un Coco Rico, rico puerto reventado de cocos y vacíos, de leche aguada, de un imitado de Coca Cola sin otro asunto de ser otra cosa, de no ser ni coco ni soda, de ser un Trademark sólo engullido para nosotros. 12 Fl. Oz. de un sabor que sabe y no sabe a nosotros, pero que rico y sparkly se parece tanto a eso que miramos sólo entre guiños.