30 enero 2007

Conversaciones de secretarias

Voces chillonas, susurrantes a veces, una territorialidad del espacio que se consume como la casa. En él gritan, chillan, hablan de cubículo a cubículo, como en el barrio y sus tendederos. Buscan la mirada cómplice para el chisme con su compañera. No es bien el silencio. Este es sinónimo de seriedad y allí campea el grito, en su terreno, altisonante y chismoso. Es la articulación del hogar. Es un traslado de la mujer trabajadora, harta del legado denso y masoquista de las feministas. En términos de sociedad, género y las susodichas responsabilidades que el trabajo ha generado, decide traer la cursilería y la cotidianeidad de la casa a su puesto. Ya no es la mujer que sale a la calle porque es necesario, porque es un derecho de ambición, sino por imperativo. Al asumir el papel del hombre como poder se desestabiliza la noción de crecimiento y ascenso para nuestra secretaria. Así trae flores de plástico, prende velas, organiza su espacio con los colores rosa añejo como su baño con delfines y videt, conversa con sus compañeras lavadoras y machacan que machacan los chismes laborales mientras restriegan los papeles sobre su escritorio. El silencio, como antes dije, les aterra; ese silencio de la casa que las subordina y anquilosa, de allí sus bromas, y sus parloteos, el minúsculo céntimo de labor y desarrollo. La repetición, en ello, es fundamental como muestra de una conversación forzada que radica a su vez en una forzada relación de estas amas de casa/secretarias con los vínculos familiares/laborales. Aunque es sabido que hasta los vínculos sanguíneos pueden cortarse. Aquí sin dramatismos ni gentilezas, drásticamente.
¿En qué se basa dicha familiaridad? La secretaria que vanagloria, como todo buen trabajador que se precie de tal, la llegada del viernes. La secretaria que hace alusión constantemente a la cocina y la comida, esta eterna sensación de hambre y recetas. La secretaria con su conversación superficial y farandulera sustituta de los chismes del bario. La secretaria con su lectura del periódico y la lectura a su vez de la sección de noticias sensacionalistas, aquellas que la alejen del contorno actual e inmediato. La secretaria de pésimo lenguaje que lee en voz alto y comenta y vuelve a rematar la noticia para creerla ¡y creerla de verdad! La secretaria que se defiende del tedio comentando una vez más el más desfachatado misterio del diario vivir, múltiples veces comentado y otras veces reído. La secretaria que no teclea en una maquinilla, sino que, sueña divertida y enajenada, que vuelve a la casa y manda al chiquillo a decir a la Petra que venga rápido porque le tiene un chisme de ¡este tamaño! mientras alarga su brazo para contestar el teléfono y con desdén monumental contestar: ¿Alou? Sí, le paso con el jefe, en una intermitente espera para el próximo cuento.

6 comentarios:

nancicomansi dijo...

Antes de comentar el tema del post, repetirte que me encaaaata como escribes, que tu lenguaje es prensíl y retráctil, y jabonoso y muy fértil, que me encanta acariciar el lomo animal de tus palabras mordientes, que al final no los son tanto, son más que nada, jaraneras y bullangueras...
Eso queda dicho. Las secretarias. Saliendo de casa se creen ya "enmedalladas" con el trofeo de la mujer "libre", por ir agotándose en idas y venidas "super-womans" de cine, y luego cuchichean como sus abuelas en el puesto de la carne y la verdura...

Le Mosquito dijo...

Un cuento precioso.
Abrazos.

Sonia Marcus Gaia dijo...

Estas niñas, como diría Nacho Vega, me divirtieron la tarde del viernes esperando a que mi compañero saliera de una reunión. Como la cosa se atrazó bastante tuve tiempo y material como para radiografías y diablitos. Me he reído ante el amparo de sus lenguas. Yo casi no construí nada, admito; ¡ellas armaron todo el cuento!

abrazos a ambos,
s.

El detective amaestrado dijo...

A veces, auténticos muros

Alberto dijo...

Gracias por abrirme tus puertas de tu casa naranja. Un relato pulido y vehemente, bien hilvanado, agudo y suntuoso. Desde ahora visitaré frecuentemente tu espacio anaranjado y tus enredos enredados…
Besotes.

Sonia Marcus Gaia dijo...

Detective: Ciertamente, muros culturales y populares. Que no se ve en ellas que ya esté pasando en la calle.

Alberto: Bienvenido a La Casa. Por acá siempre intentando un ideia zabaldu literario, a veces con un esfuerzo inútil, a veces con más genio que ingenio. Todas las veces, de seguro, con bastante risa e improvisación.

Desde el caribe muchos abrazos, chicos,
s.