11 octubre 2006

Los poetas


* * * *


En una esquina, marginados, el poeta maldito recostado a una de las paredes del Panteón observaba la hora como si fueran a escapar de espanto. Junto a él se encontraba deformando una revolución inconclusa un poeta guerrillero. Más atrás, los acompañaba una poetisa que danzaba hip hop entre adjetivos irreconocibles, preciosistas, llenos de duendes de caserío y canciones de nana trasnochada. Al lado estaba un poeta que se arreglaba la corbata de cuadros y enderezaba su gabardina crema añejada para los velorios con galletitas de soda y queso de papa en cuadritos. Otro poeta, esta vez mujer, habló del amor haciendo sufrir de cólicos a puro llanto al muertito de Bécquer. Otro más, excelso poeta, grandilocuente poetazo, hablaba de flamboyanes y ceibas, de amapolas y de madreselvas. Y los otros aguardaban, aunque aún no hubieran reconocido su veta poética, como en la fila de beneficencia pública, listos a escucharse lo mismo que cuando cantaban en el baño. Surgió en cuestión de segundos un poeta que limpiaba las lozas de mármol del portal con el trapero. En instantes, emergió de las sombras sanitarias un conserje que también era poeta, y además otra doña que salió corriendo hacia su casa a buscar parte de su repertorio cuando se acordó que también era poeta. Sus palabras volaban encendidas de sus bocas como la inequívoca bilis del peor catarro de Nerón, pero peor aún era considerar que se reunieran indemnes, esta caterva de microbios, en un solo cuerpo, un solo lugar, uno muy anciano, viejo y más que centenario cementerio de la ciudad: el Panteón de la calle Torre.


(fragmento de Marcolungo, nivola inconclusa e inédita, Sonia Marcus Gaia,1999)

4 comentarios:

KuruPicho dijo...

Cuestiones al paso: esto de nivola en vez de novela me empuja a divagar un poco. Nosotros decimos"no me da bola esa pendeja, esa chica", no me hace caso, le rechiflan mis piropos e intentos de conquista.Esta novela inconclusa encaja perfecto dentro de este sentido. Ni bola le das que acabe o no (ya sé que me metí en un berenjenal lleno de imágenes eróticas).También es digno de mencionar la expresió "alé, alé, alé", que si no me falla la memmoire proustina-bergsoniana es de origen inglés,me parece haberla escuchado en alguna canción pop, acaso en Iggy Pop...El panteón, el colegio secundario y el copetín del kurepa en Ponce, son sitios turísticos altamente recomendables para una visita in situ.No me queda otra que recomendar su publicación, integramente, es decir, con su inconclusividad, ya en el blog o la forma libro, tan fetichista pero con las ventajas que aporta al s´sdico literal, ese que le copa subrayar profusamente la hoja impresa, marcarla, hacerla suya, dominarla, hacer sus propios cortes, su montaje personal del libro.
Saludos a la nivolista (o será mejor decir nivolasta, basta de novelas, hagamos nivolas?)

Sonia Marcus Gaia dijo...

Lo del alé,alé,alé es de Ricky Martín. El personaje principal es esta chica que aparte de hastiada, se encuentra encerrada en un ciudad de muñecas, o sea Ponce, posee una neurosis musical y cree que sólo entrando a la ciudad se puede salir de ella. Allí en Ponce se encuentra con un obelisco de mármol (en el Panteón Municipal)que pertenece a la tumba de un genovés, Giuseppe marcolungo de 20 años que murió en la ciudad para 1889. Dice su epitafio "Vente anni!". Sólo eso, con la carga emocional que conlleva la pequeñísima exclamación. Esto es motivo mayor para trastocar su realidad y contar el ritmo de la ciudad actual y la antigua, con sus personajes actuales y muertos en un revoltillo de historias paralelas y yuxtapuestas que viajan a través de la historia ponceña escrita, inventada, soñado o inexistente. Es una nivola (dicho despectivamente en este caso) de la intra y macro-historia de la ciudad y de los bichitos que transitamos ayer y hoy en ella.

Es importante aclarar que Ponce fue una ciudad en donde el criollo se tomó económicamente el sartén por el mango, pero cuando quiso trasladar esto a la política fracasó. De allí que la ciudad sea vinculada con un orgullo autonomista, que conserva sus espacios de museo y viva añorando aquello que nunca pudo ser. Fue en ella donde nació el autonomismo, y en la actualidad fue la primera ciudad en llamarse así. Su personalidad es tan fuerte que incluso los ponceños son distinguidos por ser orgullosos y dominantes y preferir ser ponceños antes que puertorriqueños. Tenemos un lema: Ponce es Ponce y lo demás es estacionamiento. Vale, ese es el sentir. Pese a ello, la ciudad vive dentro de una ciudad imaginada que permanece intacta. Aún se cree que está en 1887.

Así que como buena ponceña, le tengo mucha fe al texto, todavía tengo algo de respeto a los muertos y me gustaría (cuando por fin la concluya) someterla a juicio editorial o a concursos. A ver qué pasa, y si no pasa nada, igual pasará.

saludos, S.

Jj dijo...

¡Por mi Madre! Bohemios... lo siento tenía que decirlo. Salud!

Sonia Marcus Gaia dijo...

El alcoholismo es siempre temporal; la bohemia, ¡eterna!

Salud por usté también Xoconoxtle.