21 noviembre 2006

Fluvia


Fluvia, su madre, termina de empujarla suavemente del lecho mortuorio. Y sin más remedio (incluido la falta de apetito) despega de la cama sin hambre ni sueño.

La cocina se encuentra desmoronada, llena de trastes y ollas acumuladas. No son problema de limpieza, es que hay veces que la cocina es la casa en la que todos beben, fuman, cantan, lloran, pelean, suspiran y duermen a su alrededor. La cocina. A Rocío le parece que tiene la personalidad de un hipopótamo fofo. Pero es una percepción errónea. Los gabinetes desmembrados, cayéndose a cantos, están viejos y es difícil reconocer la grasa de la pintura añeja. Las cortinas de las ventanas pertenecían a una época anterior, más psicodélica e ingenua que estos tiempos modernos. Pero lo que desafía todo contorno y proporción son los platos en el fregadero, la torre de Babel, los cuales acumulados en una masa amorfa y dispareja de platos, vasos y ollas se parecen más al Himalaya que al entorno de una familia de clase media empobrecida y adeudada puertorriqueña. Lo maravilloso de ellos no es ver que estén a todas horas allí, sino que desaparezcan por unos instantes para renacer como el ave fénix, de inmediato, sucios y usados. En la cocina, sólo dos cosas permanecen estáticas, sin movimiento ni tiempo, los cuchillos escondidos debajo de la estufa y el eterno caliente de las hornillas, vivas y candentes, como los gnomos debajo de la ceiba, las veinticuatro horas al día haciendo galletitas Keepler. Quizá la percepción de un hipopótamo fofo no es errónea del todo, lo erróneo está en llamar fofo a un gigante en movimiento con olores a orégano, ají, pimiento, cebolla, ajo y frituras, calabaza, jamón, tocineta, pan, azúcar y café, plátano, huevos, pimienta y el fermentado maví. Una colosal fiesta soñolienta en las mañanas tranquilas del trópico.

Fluvia prepara el desayuno. En la cocina reina una dinastía de hollín que data desde los comienzos de la casa. El calendario de La Nueva China marca todos los días con cumpleaños, fechas, citas médicas, días de cobro de jubilación, días de pago de cuenta los más. Fluvia lanza el huevo sobre el aceite negro. Piensa que no hay mejor plato que el que se sirve en su propia grasa. La casa anda por el mismo mood. Por ella andan las caras en retratos de todos los conocidos, de los perros, de los conocidos de los perros y de los perros conocidos y familiares. Todos colgados a la pared. La casa es tímida, por eso no tiene paredes desnudas. El sofá está envuelto con sábanas contra el polvo; la butaca está enterrada en la esquina también. Hay una lámpara de palillos de helado, sorprendida en la esquina, cercana al balcón. En el comedor, donde sólo está sentada Rocío y Luigito, hay una mesa de tope de mármol juanadino que está arropada con un mantel amarillento de Kmart, de plástico, que esconde un mantel barato y de tela blanca. Más abajo está el mármol juanadino, que no lo dejan respirar ni en sus días de fiesta. Rocío no lo recuerda, por eso levanta el plástico y luego el mantel para recrear como era, como es, ante la mirada curiosa de Fluvia. Vive intacto. Para él no ha pasado el tiempo, para él sigue siendo 1975.

sonia marcus gaia. marcolungo (novela inédita)

8 comentarios:

Loredana Braghetto dijo...

ME GUSTO QUE REMOZARAS TU BLOG.
VOY PARA LAS MISMAS.

nancicomansi dijo...

Precioso. Conmovedor. Hay pobreza y ternura en ese entorno. Y que bonito que por medio haya una cocina con personalidad de hipopótamo fofo...oye ¿De que capitulo se trata?

Sonia Marcus Gaia dijo...

loredana:

sí, un cambio de polvo para las navidades, pero aún no estoy satisfecho. por ahí debe acomdarse una guirnalda, darle vuelta a la esfera de luces, en fin, toques neuróticos en constancia con esta época.

nancicomansi:

típica estampa del proletariado de clase media baja, que vive en urbanizaciones, se educa, pero muy probablemente no tendrá muchas ganas de salir de su entorno, excepto en un acto de locura, como el mío. es un primer capítulo tan sólo, pero refleja mucho nuestra cannibalia natural, en el meollo dentro del meollo, todo mezclado, como dice el negrito Guillén.

por cierto ¡me encantó tu collage!

abrazos,
sonia

El detective amaestrado dijo...

En España, 1975 fue un año que nos gustó sobremanera a algunos. A mí me dieron vacaciones en el cole cuando se murió el dictador...
¿No tienes algo publicado? Cada día me gusta mas como impregnan tus letras la pantalla

anilibis dijo...

Jo, Sonia, por fin he entrado en tu rincón del Caribe y me has dejado sorprendida. Qué dulce historia.

Sonia Marcus Gaia dijo...

En 1975 dejamos el viejo barrio de Bélgica donde nació Héctor lavoe, el gran cantante de salsa. Nos expropiaron para construir la canalización del río Portugués. Posterior a ello nos mudamos a una urbanización que resultó mi casa por 20 años.Hoy mismo he vuelto a revisarla en una visita a mis padres: y ¡es mágico, todo ha quedado intacto desde 1975!

No, todavía nada detective, pero seguimos en la pesquisa. arte primero, perfeccionamiento después, luego publico.

anilibis. bienvenida a la casa con puertas abiertas a la hora que sea. como habrá visto hay mucho de la onda de su ringu española, que tanto me gustó, pero al estilo caribeño.

saludos desde el calor y la música de las fiestas...

sonia

1234567ycasillego dijo...

Hola Sonia,

Leerte es como sentirme en casa, comprender tus palabras, tus historias como si las contaras en carne y hueso no con la timidez de las paredes, los muebles y las esquinas...

Es bastante agradable leerte...

Un abrazo

Sabri

Sonia Marcus Gaia dijo...

La decripción es de la cocina en donde me crié. Fluvia, "la que llueve" es un alter ego de mi mamá. No necesariamente es mi vida, pero mi entorno siempre está literaturizado en lo que escribo. Da para mucha tela nuestro caribe.

saludos cariñosos,
sonia