07 diciembre 2006

Una seudo-reflexión de tuberculis


Yautía Escritores Incorporated resume su visión de la olla literaria puertorriqueña.
Especial para La Casa Naranja


La literatura puertorra deviene en una fritolera magnífica. De momento tenemos poetastro(a)s de callejón y barrio, cantando madrigales y sonetos al amor oscuro. En otras ocasiones surgen mandriles con sus filosos dientes a hacer patria desde las tribunas de las esquinas más posmo de nuestra insularitis. Los más se quedan como los tres monos: ni oigo, ni veo ni digo. Pero los que mayor se engrasan en la basofia y el bembé literario nuestro son aquello(a)s que esperan los elogios (¡y los hacen, coño!) como en quinceañero de marquesina. Reciben los golpes en el pecho y se abren un hoyito extra en la retarguardia en son de bienvenida sadomasoquista. Válgame Dios, si no fuera por lo yautía que soy, me rendiría a los placeres de la bulimia en cada canto a sí mismo que se hacen estos payadores de tercera. La isla sufre tortículis (con todo y enema incluida) cada vez que algunos de estos energúmenos de la palabra y el horror lee una retahíla de gusanos y miramelindas. La veo así, pujadita, como cuando la empanadilla de Piñones ha incluido en sus nutrientes el raticida de Doña Fela. Entonces considero, yautía al fin, que los platos están en otra onda, mal ubicados en la etiqueta carreñista, que las repercuciones de este desjueyado andar, este meterse pa´trás, reaccionismo pedreriano, firulística lejanía del Novel hasta de la paz, esguince parnasiánico de mayombe y papas fritas, nos nos lleva, sino, miserablemente, a comernos las (h)e(c)es cuando hablamos y repetir la historia como caimancitos mordiéndose la cola. Señores, que la grasa se respeta. Entre los que se halan los pelos por mordiqueos políticos (típica maña endémica de la isla) hasta los que resucitan a la pobre Julita con todo y alcoholismo incluido no nos queda sino decir sobre nuestra literatura de alcapurria tal como lo diría Borges: "No nos une el amor sino el espanto; será por eso que la quiero tanto."
Yautía Primera

9 comentarios:

Ray Leverkunst dijo...

"No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil." Eso también lo dijo Borges. Que nos una el espanto, pero al menos nos una algo, no? Siempre, pero que siempre, puede ser peor. ;)

Sonia Marcus Gaia dijo...

Lo que nos une es aquello que nos separa, que nos hace distintos y que nos diversifica hasta el punto de un tócame pero no me mires, pero mírame, perra literatura del hortelano que no come ni deja comer, lo que nos junta es esta encerrona insular: lo que nos une es la diferencia.

Saludos, buen paso por La Casa!

El detective amaestrado dijo...

Hay algo que no entiendo del todo, y es como la literatura hispanoamericana no tiene más crédito en España, al margen de los nombres mas o menos establecidos. Lo he dicho miles de veces, la mejor literatura escrita en español se está haciendo hoy por hoy en la orilla americana...

Anónimo dijo...

"Cuba es un ajíaco"
Fernando Ortiz

Me gusta un tanto este salmorejo, hecho, ay, como si fuera con parte de mis carnes. Se puede escuchar las patas trituradas de la parentela, por los parientes atrapados en la eternísima jueyera. Si lo comprendiera mejor no lo seguiría, aunque lo flashy criollo y cierto tumbaito analydiavego asoman el lomo populachilt. Lo mejor es la necesidad de repensar la mesa: Mi abuela desdentada a los 90 y tantos majaba la yautía y le adjudicaba parte del secreto de su longevidad. Al besarla, pelo asesino hincábame el cachete de manera ominosa. Lo mejor es la necesidad de repensar la mesa, aunque la manteca no olvidemos es exigente. Recordar que Lezama en sus últimos días, no seniles por cierto, no podía tan siquiera limpiarse el culo.

Anónimo dijo...

"Cuba es un ajíaco"
Fernando Ortiz

Me gusta un tanto este salmorejo, hecho, ay, como si fuera con parte de mis carnes. Se pueden escuchar las patas trituradas de la parentela, por los parientes atrapados en la eternísima jueyera. Si lo comprendiera mejor no lo seguiría, aunque lo flashy criollo y cierto tumbaito analydiavego asoman el lomo populachilt. Lo mejor es la necesidad de repensar la mesa: Mi abuela desdentada a los 90 y tantos majaba la yautía y le adjudicaba parte del secreto de su longevidad. Al besarla, pelo asesino hincábame el cachete de manera ominosa. Lo mejor es la necesidad de repensar la mesa, aunque la manteca no olvidemos es exigente. Recordar que Lezama en sus últimos días, nada seniles por cierto, no podía tan siquiera limpiarse el culo.

Sonia Marcus Gaia dijo...

¡ciégalo toño! - anuncio publicitario de pilas en los años 80´s

Puerto Rico: burundanga - Luis Palés Matos

Contestación de La Yautía a la Babel del Mangle.

Para repensar la mesa se deben incluir todos los platos, amigo crustáceo. Saber cuáles son vomitivos, cuáles nos harán germinar flores por las orejas, indagar cuál plato afrodiasiaco sirve para comernos hasta los pétalos, cuál nos fracturará hasta las piernas a puro martillazo, cuál merece ser incluido en una antología de las Baralt (obviamente las yautías somos tubérculos muy grostescas para su gusto), cuál ingresará a las filas de la Generación Carmendolorcita, con todo y empujoncito de tripas y corderos, en fin, añadir hasta la mosca en el plato de sopa. Para ello la mesa exige respeto a la grasa porque es la única manera en que no se competirá al juego de la sillita excluyente. La grasa, tiene usted razón, es exigente. La literatura es un mundo terrible, ya lo dijo Bolaño. Pero la grasa, y ello es lo mejor, al más claro estilo bajtiniano, debe concebirse como la manera más democrática y digna de enfrentarnos a nuestra propia inocua diárrea nacional; o sea, al más claro estilo luisrafaelsancheziano, a la lucha a machetazos contra nuestra chatu(r)ra (¿dije churra?) intelectual.

En Estruendomudo lo vi muy divertido con sus palancas.

Sonia Marcus Gaia dijo...

Algunas veces he pensado que esa orilla suya, digo la canaria, está igual de cercana a esta otra. Sin embargo, dentro del embalaje que conlleva publicar o dar a conocer un libro, en esta otra orilla tenemos circunstancias bastante defectuosas. Falta de difusión, compromiso, plata (recuerda que hasta Cristo es un negocio), edición, competividad, traducciones, en fin, una cajita de pandora. Mientras, se desyerba como se puede, incluso con los dientes. A veces es mejor asumir el conflicto de miss Dickinson. Hasta que se den las posibilidades. O trabajar como un burro diariamente en la creación, difusión y discusión marginal la cual a veces produce frutos más recomfortables, no para el escritor-bolsillo, sino para el escritor-creador, en fin.

la carta de yautía es más bien una divertida crítica intraisla. no refleja el entorno latinoamericano ¿o sí?

saludos claustrofóbicos,
sonia

Anónimo dijo...

No será acaso la inclusión de todo precisamente la forma misma de la falta de criterio. Uno cosa es una mesa bien provista, otra un buffet políticamente correcto en donde se incluya hasta lo vomitable. A lababel, que le conozco las bocas, no le apetecen las moscas ni como aperitivo. ¿Son claros Bajtín, la grasa? Brumosa, grumosa, parece una nube de algodón detenida en su cansancio. Empella en las entretelas que extirpa el carnicero. ¿Cómo detener la diarrea con manteca? ¿Demoracia mantequil no es acaso lo que padecemos o el mejor disfraz del constumbrismo eterno de la isleta? La yautía sería mejor rizoma en serenata. Me gusta eso de atacar la chatura pero ¿cuán efectivo puede ser presuponer la bondad inequívoca de la manteca para bregar con ésto? Pregunto mientras lamo bembe de chuleta de cerdo cancan que lababe me ex-pone en la boca. Sucia es.

Sonia Marcus Gaia dijo...

Nunca he sido partidaria delo políticamente correcto. En el andamiaje realengo, divertido por demás, me he anclado en lo marginal desde siempre como un algodón bañado en éter. Sus planteamientos me parecen totalmente válidos, igual mi utopía generalizada, y por ello, conforme. Sólo que a ambos se nos ha escapado un punto del tenedor: para que haya exclusión debe haber la mayor tajada de inclusión, para seleccionar debe existir de todo. En este caos el monologismo se viste de poeta con gabardina y corbata. Basta que le muestren una bata rastafari para que se parezca al último retrato de Zapata. Un planteamiento dicho por Sirreal sonó lúcido, "esta literatura higiénica". Los disparos hechos, incluyéndome en el asunto, están mal enfocados. Cuando la grasa se respeta lo hace desde lo anti-higiénico. Y para ello debe llenarse la panza, que los intestinos hagan el proceso de edición, polifónico claro está y, por ende, que se siga afilando el cuchillo. El proceso natural debe ser un todo para que luego el fundillito haga su tarea con dignidad y eficacia y no a la inversa, una pena que esa no sea nuestra realidad culinaria y digestiva. Una pena, además, que no tenga más tiempo por el momento (problemas técnicos, digamos) para mordisquear el tuétano de sus preguntas. No se quedan en el aire, merecen una mejor y más concienzuda digestión. Lo dejo con tres citas que me parecen pertinentes para abrir el diálogo (y el apetito) a varios de sus cuestionamientos y de paso darle voz a los silencios.

saludos,
sonia

“Sólo el plurilingüismo libera por completo la conciencia del poder de su propio lenguaje y del mito lingüístico. Las formas paródicas transformativas florecen en las condiciones del plurilingüismo, y sólo entonces son capaces de elevarse a una altura ideológica completamente nueva”
(De la prehistoria de la palabra novelesca, Mijail Bajtin)

-Poeta y compañero - dijo decidido-. Usted me metió en este lío, y usted
de aquí me saca. Usted me regaló sus libros, me enseñó a usar la lengua
para algo más que pegar estampillas. Usted tiene la culpa de que yo me
haya enamorado.
-¡No, señor! Una cosa es que yo te haya regalado un par de mis libros,
y otra bien distinta es que te haya autorizado a plagiarlos. Además, le
regalaste el poema que yo escribí para Matilde.
-¡La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la usa!
-Me alegra mucho la frase tan democrática, pero no llevemos la
democracia al extremo de someter a votación dentro de la familia quién
es el padre.

(El cartero de Neruda, Antonio Skármeta)

Así porque el niño es un ser incompleto, la literatura para la infancia está llena de ayudantes, seres paralelos y aproximativos, demasiado pequeños o demasiado grandes, gnomos, larvas, gigantes buenos, hadas y genios caprichosos, grillos y caracoles que hablan, borricos que cagan dinero y otras criaturitas encantadas que en el momento del peligro logran por milagro sacar del problema a la buena princesita o a Juan Sin Miedo. Son los personajes que el narrador olvida al final de la historia, cuando los protagonistas viven felices y contentos hasta el fin de sus dïas; pero de ellos, de aquella "gentuza" inclasificable a la cual, en el fondo, le deben todo, no se sabe nada más. Y sin embargo, traten de preguntarle a Próspero, cuando ha renunciado a todos sus encantos y regresa con los otros humanos a su ducado, qué tal es la vida sin Ariel.

(Profanaciones, Giorgio Agamben)