
Cargando una carreta de bueyes alguien una vez me comentó que mi cabellera rebelde al viento me traería pesadillas. Pero no le hice caso y omití los blancos que se deben rellenar en una solicitud de empleo. Sí me acordé que tendría que sonreír como una boca-bahía desde el alba hasta que la luna formara una noctámbula orgía. Entonces me serié y no volví a mostrar mis colmillos. Al final del tiempo descubrí que llevo el pelo corto y que se me achinan los ojos en cuarto-creciente ante el amor cortés. Entonces descubrí que había transitado una mentira. Corté los hilos en mis muñecas y me marché.